Comunidad Impact Hub
28.Ene.2020
La investigación sale del laboratorio para impulsar una economía sostenible
Su financiación proviene, en torno a un 40% de contratos privados, en los que ofrecen un conocimiento en forma de servicios y productos, y en un 60% de fondos de concurrencia competitiva de proyectos de investigación a nivel regional, nacional y, sobre todo, europeo. “Somos diferentes porque tenemos que conseguir una financiación del 100% para pagar los sueldos”, explica Ignacio Martín.
La institución decidió hace casi dos años que una delegación en Madrid era clave para ganar visibilidad y acercarse al mercado español. Hasta entonces, contaban con el centro de investigación, fundado, entre otros, por la Universidad de Zaragoza hace 25 años, y con una representación en Bruselas. En enero de 2017, Ignacio se mudó de Bélgica a Madrid después de que la crisis redujera sobremanera los contratos privados. Ante ese panorama, detectaron una necesidad urgente de equilibrar los ingresos y reducir la dependencia de los fondos no competitivos.
El reto principal en ese objetivo radica en generar un valor que a las empresas les interese y que contraten el conocimiento que CIRCE desarrolla. “Los proyectos de investigación necesitan un bien material comercializable, no investigar por investigar; el usuario final tiene que ver ese valor, intentar integrarlo y que sea un beneficio industrial para ese cliente”, argumenta Ignacio.
Adentrarse en el mundo corporativo les obliga a contemplar nuevas aplicaciones del conocimiento, trabajar como mediadores entre los sectores implicados y crear negocios sostenibles. “Cuando hablamos de economía circular, ser un facilitador es muy importante: necesitas conocimientos técnicos para entender a todos, que se fíen de ti y comprender los mercados desde diferentes puntos de vista”.
La estrategia contempla mantener los clientes en el sector energético y descubrir otros nichos, como el reciclado, la reutilización de materiales o la construcción. Por ejemplo, en el modelo de negocio del coche electrónico, su visión trasciende el plano energético. “No sólo es cuestión de proporcionar el equipo y que el cargador funcione; no nos queda otra que aprender sobre movilidad”.
En cuanto a la biomasa, trabajan en la mejora de la logística para nuevos usos y en la producción de distintos biomateriales. De nuevo, los factores que intervienen el proceso se multiplican: el agricultor, el destinatario, las repercusiones en las políticas regionales, en el suelo, en el transporte, en la huella de carbono. “Si queremos modelos de economía sostenible, tienen que implicar a más personas que hasta ahora no habían trabajado juntas”, advierte el responsable.
“No sólo es quién trabaja en Impact Hub, sino lo que sucede en Impact Hub. Tengo la sensación de que me alimenta como individuo y como profesional”.
La innovación es uno de los valores que la fundación desea transmitir a sus clientes, por lo que necesitaban un espacio acorde con ese espíritu de apertura y adaptabilidad a nuevas necesidades. En Impact Hub, encontraron “un lugar de carácter rompedor para el conservador sector energético” que les permite transmitir ese papel de intermediario y ser coherentes con la disposición a hacer cosas diferentes.
Más allá de la conveniencia de las salas para reuniones o eventos de la fundación, Ignacio valora la agenda interna y externa del coworking, la oportunidad de conocer a gente diferente y la sensación de pertenecer a una comunidad. “No sólo es quién trabaja en Impact Hub, sino lo que sucede en Impact Hub. Tengo la sensación de que me alimenta como individuo y como profesional”.
*Esta es una de nuestras Historias de Hosting, 17 casos de impacto, innovación y colaboración inspirados por Impact Hub. Descárgatelas aquí.