Esto es un nuevo episodio de Historias de Garaje, una serie para Impact Hub Madrid del Proyecto Co. Diez historias personales en torno al emprendimiento y la innovación social, que nos permiten recorrer los 10 años de Impact Hub en Madrid desde sus inicios en un antiguo garaje de la calle Gobernador.
Nunca hemos tenido una oportunidad como la que tenemos hoy para volver a construir un modelo que realmente ponga en el centro a las personas y el planeta. La COVID ha transparentado las falacias del modelo que rige nuestro mundo. Debemos tener la humildad de bajar la cabeza y aprender de los errores del pasado.
La buena noticia es que ya tenemos soluciones en las que inspirarnos para crear este nuevo modelo. Estas soluciones vienen de la economía social y solidaria: una economía que a la vez que produce bienes y servicios, lo hace de una manera que resuelve alguna parte de problemática social. Es una economía que tiene un rol regenerativo. Es una economía que promueve el cambio sistémico. Es una economía que trabaja en ecosistema.
Tanto el informe de la Fundación Carasso como el Índice de Ecosistemas de Emprendimiento de Impacto, que recientemente ha presentado la red ibérica de Impact Hub, hablan de la importancia de los ecosistemas y redes para cambiar el modelo social y económico. Isabelle Le Galo, directora de la Fundación Daniel y Nina Carasso; María García, cofundadora de Innuba; y Alberto Alonso de la Fuente, coordinador de la red ibérica de Impact Hub nos explican la relevancia de los ecosistemas para que la reactivación económica sostenible sea una realidad, nos comparten propuestas para emplear los fondos Next Generation de la Unión Europea y mucho más.
Produce: Efecto Colibrí
INDICE
Transcripción
¿Cuáles son las claves para que la reactivación económica sostenible sea una realidad?
Isabelle: Para mí una de las claves es que tengamos claro lo que ha ido mal en el modelo que hemos tenido hasta hoy. El modelo que ha contribuido a que la COVID haya tenido un impacto sanitario, económico y social tan fuerte, metiéndonos en una situación tan complicada como la que estamos viviendo.
Creo que nunca ha habido una oportunidad como la que tenemos hoy para volver a construir habiendo aprendido de los errores del pasado. Creo que la manera de hacerlo es a través de la economía social y solidaria: una economía que a la vez que produce bienes y servicios, lo hace de una manera que resuelve alguna parte de problemática social. Es una economía que tiene un rol regenerativo. Ahora debemos invertir la prioridad y darle más importancia a lo social y luego a la sostenibilidad y resiliencia económica.
María: A mí me gusta pensar, y en innovación social esto es muy importante, en el llamado pensamiento sistémico. Hoy sabemos que no es posible una reactivación económica sostenible si al mismo tiempo no se da un impacto social y medioambiental. Debemos establecer una generación de redes y alianzas que garanticen tener el mejor talento y que muevan de forma sistémica a todo el mundo. Para que esto no quede en una declaración de intenciones, tenemos que atrevernos a tangibilizar en soluciones medibles y escalables. A la vez debemos ser conscientes de que estas soluciones cambian en el tiempo: es importante aceptar que no vamos a acertar en el primer intento.
¿Nos podríais compartir ideas de cómo emplear los fondos Next Generation de la Unión Europea?
Isabelle: Hay que ser capaz de decir "business as usual is not an option". No podemos seguir haciendo las cosas de la misma manera, poniendo parches, haciendo Green Pink o Social Washing. De eso no se trata. Nos quedan nueve años para transformar el camino en el que estamos y hacer que no se extinga la especie. El planeta va a seguir. Pero como sigamos en este camino, los que no vamos a seguir somos los seres humanos. Los homo sapiens lo van a tener muy complicado dentro de unas generaciones.
Tenemos que poder tener una perspectiva nacional de qué es todo lo que estamos ayudando y financiando para hacer que, al final del esfuerzo, el equilibrio al que lleguemos sea el que necesitamos. Entonces, esa visión sistémica es la que tiene que tener el propio reparto de esos fondos.
Esos fondos tienen que ir también a cosas que no sean iniciativas, que son las redes, que es la multiplicación de impacto, que son las aceleradores de cambio de escala, de impacto social. Me estoy refiriendo siempre al impacto social. Creo que también tiene que hacerse en relación con otras perspectivas. Voy a nombrar sólo una porque es la palanca de cambio más importante, pero que tiene que ver con la política fiscal, externalidades positivas y negativas. Se tiene que poder reconocer y recompensar, facilitar el camino de las economías regenerativas, las que traen, además de lo que hacen, un impacto positivo importante. No sólo no dañan, sino que curan.
"Si no se trabaja un cambio de creencias hacia una mirada más amplia, cualquier proyecto de emprendimiento social se puede quedar en un buen proyecto de innovación, pero no se sostiene en el tiempo" (María García, Innuba)
María: Creo que hay algo que compartimos y es que la mayor parte de las ayudas que están metidas dentro de la vertical de Green Deal, el de sostenibilidad, son muy técnicas. Las líneas de energía limpia, industria sostenible, construcción eficiente están muy bien, pero efectivamente obvian o deberíamos recordar algo más transversal y que es previo para el éxito de cualquiera de ellas, que tiene que ver con la concienciación y con la búsqueda de soluciones donde la participación ciudadana. Esto es clave. Tiene que ver con trabajar en el cambio de mentalidad.
Nosotros durante todos estos años de innovación social nos hemos dado cuenta que cualquier proyecto de emprendimiento social, si no trabaja previo, durante y después, en ese cambio de creencias, en esa búsqueda de una mirada mucho más amplia y más generosa para todos/as, se puede quedar en un buen proyecto de innovación, pero no se sostiene en el tiempo. Y por otro lado, está la famosa medición de impacto, que siempre es un pendiente en este sector. Y hoy, de verdad, tenemos herramientas para poder medir ese impacto, compararlo, medir resultados, y de alguna manera no tener miedo a situar esa medición en el centro de la conciencia. Entonces yo resumiría con cambio de mentalidad, consciencia, tangibilización en soluciones y medición de impacto.
Alberto: A mí me parece que no queremos utilizar estos fondos para generar obras faraónicas. Ya hemos tenido ejemplos anteriores de fondos de recuperación económica que vienen de Europa, que se hacen a fondo perdido y que terminan en deseos de políticos o de administraciones que no cumplen con el fin para los que realmente está asignado. Es lo que no queremos. No queremos proyectos que no tengan una capacidad transformadora real del tejido productivo y económico y no queremos proyectos que no incluyan, como muy bien ha dicho María, esa visión holística que se asienta sobre un entendimiento no solamente económico, sino ya inseparable de lo social y del ambiental, que demuestren cuál va a ser el efecto que se persigue y sobre qué se va a impactar. Y sobre la evaluación de impacto, obtener una metodología que pueda incluso legislarse para evaluar todos estos proyectos, lo que va a permitir, es no aprobar precisamente esas obras faraónicas. Todavía no lo sabemos, pero todo lo que nos está llegando nos está diciendo que son proyectos de muchísimo calado y muchísima capacidad financiera.
Entonces ahí encontramos quizás el primer comentario en el que conviene adentrarse es: ¿quién va a tener esa capacidad transformadora para ejecutar todo eso?, ¿simplemente aquellos que tengan más músculo financiero? Estábamos hablando de que el 2% del tejido industrial del país, el tejido productivo del país, frente al 98% de las pymes, que es la realidad de este país. Pero, ¿quién va a ejecutar esos fondos? ¿Quién va al final a beneficiarse y a liderar esta transformación? Entonces estamos viendo, por las conversaciones que tenemos, que son proyectos de mucho calado en el que parece como que solamente a aquellas organizaciones, entidades multinacionales, grandes corporaciones, van a poder hacer frente a tal cometido.
Y lo que nosotros queremos traer aquí es decir “oye, ojo, estamos hablando de ecosistemas”. Y de los ecosistemas como base para el modelo de transformación. ¿Los ecosistemas tienen árboles grandes? Claro que los tienen, por supuesto. Pero esos árboles grandes no pueden vivir sin un montón de cositas pequeñas como insectos. Al final, un ecosistema es así. O sea, viene dado de la biología por algo. Al final, la mayoría de las respuestas que vamos a necesitar en este siglo XXI no vienen dadas de la economía, vienen dadas de la biología. Ya veréis.
Es un hecho que ya se están empezando a redireccionar estos fondos. Estoy escribiendo consultoras multinacionales de grandes corporaciones financieras que de repente están inaugurando departamentos gigantescos de innovación social. Son súper bienvenidos y bienvenidas a sumarse, por supuesto, pero también a sumarse desde esta óptica que estamos proponiendo, desde la óptica no económica, sino desde una óptica más holística. Y esto también lo queremos ver.
"Necesitamos reinventar desde la multitud de los pequeños, que son los que forman tejido. Tenemos que evitar ese altísimo riesgo de ejecutar pocos fondos grandes muy rápido. Hace falta un eslabón intermedio de gente que conozca las teorías de cambio" (Isabelle Legallo, Fundación Daniel y Nina Carasso)
Isabelle: Yo siento muchísima empatía por quienes tendrán que decidir cómo administrar estos fondos. A mi pequeña escala comparada, mi trabajo consiste en esto, en distribuir fondos para una transformación social según una teoría de cambio. Frente a la magnitud de la tarea, yo creo que la tentación va a ser muy grande de escoger grandes iniciativas con un impacto social, que tienen la capacidad de multiplicar el impacto, de cambiar de escala, de abarcar muchas necesidades. No va a ser así. Una iniciativa no funciona sola. Una iniciativa sola, por grande que sea, no va a cambiar el ecosistema, no lo va a nutrir de todas las necesidades capilares que necesita. Estamos hablando de desarrollo rural y no veo que iniciativa grande podrá llegar a la capilaridad que vamos a necesitar. En cambio, la conjunción de un montón de iniciativas pequeñas, que además se hace naturalmente en la biología y también nos enseña mucho, se conectan, intercambian, pasan muchas cosas entre esas iniciativas pequeñas: hay un tejido. Esas iniciativas en colaboración y en conjunción sí que aportan soluciones. Tenemos que evitar ese altísimo riesgo de ejecutar pocos fondos grandes muy rápido. Lo que necesitamos es reinventar desde la multitud de los pequeños. Pues hace falta un eslabón intermedio de gente que conozca las teorías de cambio, que sepa cómo se transforman en un ecosistema. Son cosas que tienen que estar en el mapa. Son complejas, son difíciles. Se requiere de mucho talento humano para articular. Esto no se va a hacer de un día para otro, pero si somos muchos, lo podemos hacer de manera ordenada y relativamente rápida. Pero ese eslabón es crucial y a mí me da muchísimo miedo que caigamos en la facilidad de pensar que cuatro grandes iniciativas se van a poder con el reto, porque no va a ser así y vamos a perder la única oportunidad que creo que tenemos.
¿Por qué es tan relevante el papel de los ecosistemas para cambiar el modelo económico y social?
María: A mí me gustaría comenzar haciendo una distinción, que es la diferencia entre las alianzas y los ecosistemas, en un ejercicio de humildad, saber que particularmente en España no tenemos una cultura de ecosistemas. No sabemos trabajar en ecosistemas. Somos muy buenos socialmente, sabemos hacer networking, sabemos hacer alianzas, sabemos juntar talento, pero eso no es un ecosistema.
Hay cuatro características de los ecosistemas y todas tienen que ver con los "cómo". Por eso la figura del facilitador y experto en crear esos ecosistemas ya es uno de los primeros roles que no podemos dar por hecho, porque exige unas competencias y unas habilidades que en sí mismo es una profesión. Sentar en la mesa no es simplemente invitar a un desayuno. Es de alguna manera habilitar herramientas y metodologías para que se aprenda a trabajar en ecosistema.
Uno tiene que ver con el tema del cuidado, un autocuidado hacia adentro del sistema y del cuidado hacia afuera. No sabemos hacer eso.
La segunda tiene que ver con la escucha. Eso también es otra creencia muy española de que sabemos escuchar. No sabemos escuchar, sabemos "hacer que escuchamos". Pero la escucha de un ecosistema frente a las alianzas es una escucha que está dispuesta a transformar tus creencias. Es decir, a que cuando te levantes de esa mesa tú ya seas distinto/a.
La tercera, que no me parece nada fácil y que es uno de los mayores retos en las compañías grandes, tiene que ver con la cocreación. Cocrear y colaborar no es trabajar en equipo. Y una vez más, es fundamental para el éxito de un ecosistema aprender herramientas de cocreación y colaboración.
La cuarta, que quizás sea para mí sea la más complicada, porque es una cosa más trascendente y más interna. Tiene que ver con una conciencia de la interdependencia, que eso es muy biológico y hasta puede ser un poco místico. Es "si yo me caigo, se cae el conjunto." Yo tengo un mantra desde hace muchos años que ahora he resignificado que digo: "todo tiene que ver con todo y todos tenemos que ver con todos". Cuando yo escribí esto, hace un montón de años, y fue mi propósito personal, yo creo que no dimensionada cuál era el compromiso que yo estaba adoptando. Es decir, ese compromiso habla de perder para ganar, de dar un paso atrás para que gane el otro, y eso no podemos ser, digamos tan presumidos como sociedad para decir que lo sabemos. O sea, es que no lo sabemos y lo estamos aprendiendo.
Entonces a mí me parece que un reto importantísimo es bajar la cabeza y decir: “necesito aprender esto, necesito aprender "cómos", metodologías, no sé sentarme con el Estado, no sé sentar una gran compañía del Ibex 35 con una pequeña”. No es cierto que en España se hable la gran compañía y la pequeña pyme. ¿Y por qué no se habla? Porque no hay herramientas para ello. O ¿por qué estamos tan lejos los ciudadanos de las empresas? Entonces todo esto me parece un reto precioso. Se me ocurren un montón de profesiones que se van a poder redirigir ahí: psicólogos, antropólogos, filósofos, biólogos, es decir, me parece que entre todos/as, de alguna manera tenemos que dejarnos ayudar por quienes vienen a enseñarnos todo eso.
Alberto: A mí me gustaría incidir en los ecosistemas con una metáfora. ¿Por qué crece un tipo de vida en el Amazonas y crece otro tipo de vida en el desierto de Atacama? Ojo, en los dos ecosistemas se da la vida. Lo que pasa es que las diferencias entre los tipos de vida son muy diferentes. Centrarse en los ecosistemas es parar un segundo de toda esta vorágine y decir: “vamos a dar un paso atrás para entender las condiciones”. Y cuando hablamos de condiciones hablamos casi de un tablero de juego que tienen que cambiar las reglas, que tienen que empezar a importar otras cosas, que se pueden mover las fichas de otra manera.
Pero, ¿por qué son tan importantes para este modelo transformacional que estamos planteando? Porque primero, en los ecosistemas no es posible que ningún cambio se dé si no es de manera orgánica. Se debe dar en conjunto y esto es algo muy importante para entender, que de manera orgánica los cambios que se dan son cambios que, a lo mejor a priori, no tienen porqué ser buenos, pero que en el conjunto lo son. Por eso, los incendios a veces son necesarios en los ecosistemas naturales y suceden de manera natural. Aunque a priori no parezcan siempre buenos. Y por otro lado, porque un ecosistema genera valor de manera autónoma, es decir, no es algo que tú tengas que cargar como un coche que tienes que ponerle gasolina para que salga corriendo. No. El ecosistema, una vez tiene sus bases, funciona de manera autónoma, genera valor de manera autónoma. La gasolina a veces es necesaria en ciertos momentos, como estos fondos, pero no podemos permanecer siempre pensando que van a venir más fondos. Necesitamos generar condiciones y por eso tanto trabajo sobre esta palabra, sobre el fomento de los ecosistemas.
Isabelle: Para mí los ecosistemas son a la vez algo muy concreto y una visión, una manera de mirar. Como algo muy concreto, son una multitud de iniciativas pequeñas, medianas, grandes, que permiten la vitalidad de ese conjunto. La vitalidad y la salud de un ecosistema te permite saber que como país estás testeando, estás permitiendo que se exploren, que se innove, que se cree, que se conecte, y por lo tanto, es un semillero. Es el futuro. Si esto no se da, si de repente estamos en un ecosistema, de cualquier ámbito económico o regional, si estamos en un sitio demasiado estéril, pues estamos poniendo en riesgo el futuro. El presente en capacidad, innovación y el futuro en algo que es muy similar a lo de las semillas, es decir, que perdemos una semilla y cuando está perdida, está perdida.
Si lo miramos como una visión estratégica al ecosistema, te da muchas posibilidades de trabajo y de multiplicar el potencial. El primer potencial que se multiplica conectando a esta gente, dándole a saber que existen unos en relación con otros y que tienen un futuro común dentro de lo que están produciendo todos en ese ecosistema, es la inteligencia colectiva. Tú puedes activar una dimensión de inteligencia colectiva y de visión a futuro, que es mucho más potente que la que puede tener cualquier organización tomada por separado. Porque de repente lo que pasa a ser objetivo del ecosistema, pues es seguir creciendo, innovando, es seguir imaginando.
Y uno de los aspectos es la pasión y la pasión es talento, la pasión es futuro, es personas. Cuando tú riegas y haces un ecosistema fértil donde nacen muchas cosas diferentes, estás abierto/a a la composición de saberes, estás abierto/a a que se crucen disciplinas, a que se invente desde otros lados, realmente lo que haces es darle lugar a la pasión y la pasión para mí es el bien más preciado, porque de ahí parte luego el talento, la capacidad de trabajo, las competencias en un montón de cosas que estructuran toda nuestra sociedad.
¿Cómo han evolucionado los ecosistemas en estos últimos diez años? ¿Sigue siendo un tema de nicho o ya está más presente en el tejido social?
María: Me gustaría hablar particularmente de este último año, porque este último año valido por diez, hablando de inteligencia colectiva y de trabajar unidos por un objetivo de bien común. En el informe que os comentaba hace un ratito, una de las claves que le hemos llamado "enriquecimiento colectivo" ponía en evidencia que como individuos en el último año hemos sentido una necesidad enorme de poner todas nuestras capacidades y habilidades al servicio de la sociedad para salir juntos. Se han potenciado redes que ya estaban tejidas por “makers”, se han creado más, se ha descentralizado y organizado las necesidades de una manera increíble. Todos nos hemos sentido de alguna manera agentes de ese cambio social. Pero no sólo cuando salíamos a aplaudir, sino que directamente, cada vez que hacíamos y cumplíamos de forma responsable alguna de las medidas que nos pedía el gobierno, de alguna manera nos tomábamos conscientes de nuestra participación ciudadana.
Hemos visto también un cambio muy importante de cómo se relacionan las empresas. Hemos visto iniciativas de empresas que han podido ser tácticas haciendo mascarillas o de cambio de sus activos, pero han podido, digamos, verse y demostrarse que no es tan complicado hacer de vez en cuando alianzas y proyectos intersectoriales o proyectos con los ciudadanos. Se ha producido ahí algún ejemplo de alianza público-privada que ha reducido miedos y, de alguna manera, han explotado creencias limitantes. Esa idea de la riqueza social colectiva se ha visto muchísimo. Y las señales que se han detectado refuerzan toda esta idea de que los ecosistemas han venido para quedarse en los últimos años. Ha habido un aumento brutal de la colaboración digital, o sea, todo el tema digital ha potenciado un montón de herramientas para poder, desde donde estábamos, dar respuestas a necesidades laborales, a necesidades sanitarias, pero también a necesidades socioeconómicas, hablando de la economía. Se ha producido un auge brutal de las redes open source, es decir, esa idea de yo comparto el conocimiento por el bien común, soy generoso y abierto. Y luego otra señal impresionante que es que se han recuperado redes vecinales, ha habido un refuerzo y una creación de redes de apoyo local para ayudar a colectivos. Desde Innuba hemos mapeado 800 iniciativas en un buscador que tenemos, que es brutal. Pequeños negocios que se estaban yendo al traste o gente que de alguna manera quería hacer un trueque. Hay una oportunidad gigante de impulsar y seguir impulsando estos retos colaborativos.
Otro reto que nos parece muy importante señalar es hay que identificar ese sistema de alianzas. No está tan claro. Están los titulares y el paraguas, pero no lo tenemos tan claro. ¿Cuál es el listado? De hecho, se compran proyectos para que les ayudes a generar ese listado. Y la tercera, esas redes open source. Por favor, que no acaben. Que sigamos compartiéndolo y que incluso las abramos desde el Estado. Que la educación sea abierta y para todos. Impulsado desde arriba, no es un tema que tendría que ser ideológico, sino que tendría que ser el resultado de este éxito entre los ecosistemas.
Alberto: La verdad es que sí, nosotros hemos visto una evolución ha sido en los últimos diez años en la palabra comunidad. La palabra comunidad ha pasado de no tener ningún valor o muy poco, a generar auténtico cambio y ser valorada por pequeños y grandes entidades públicas, privadas y estar en el centro de la conversación. Para nosotros/as en el Impact Hub, comunidad es talento que tiene un motivo para cooperar, pero me gustaría hablar sobre la palabra talento, porque la palabra talento es la suma de muchas cosas, pero sobre todo talento es actitud. Con este talento, esta actitud tiene que estar regada de constancia. Tiene que estar regada de conocimiento, tiene que estar regada de solvencia, tiene que estar regada de muchos adjetivos. La actitud es fundamental. Y al talento también hay que acompañarlo con herramientas y con conocimientos para que pueda generar comunidades de impacto, lo que está muy relacionado con el tema de los ecosistemas. Y yo creo que por ahí hay que seguir compartiendo y esto es así porque esto genera la transformación. Entonces sí, definitivamente hay un cambio, hay un cambio y una evolución. Hay que seguir potenciando.
Isabelle: Yo también creo que ha habido una aceleración, un enriquecimiento, en el sentido del tipo de iniciativas y las innovaciones, no en el sentido económico, desafortunadamente todavía, pero sí que ha habido un gran avance, un gran crecimiento en los últimos diez años de lo que son los ecosistemas o, para aterrizarlo, en lo que es la economía social y solidaria. Nosotros hicimos también un estudio que está disponible, abierto (como todo lo que hacemos desde este sector efectivamente) que se llama "Economía social y solidaria, un ecosistema para la transformación social", donde hemos hablado con más de 250 iniciativas españolas sobre dónde están hoy, de dónde vienen, cómo ha evolucionado ese ecosistema que conforman ellas a nivel de economía social y solidaria, y luego en los dos subsistemas que serían el de alimentación sostenible y de arte ciudadano.
Y la verdad es que han evolucionado muchísimo, ya hay iniciativas que demuestran que se puede trabajar desde una perspectiva de la economía de la vida y ser rentable en todos los ámbitos. En todos existe. Está. Lo que no ha cambiado es la precarización. Sigue siendo complicado asegurar una sostenibilidad económica de esas iniciativas, pero mi sentir es que no estamos tan lejos de poder darle la vuelta a todo el sistema para realmente multiplicar este tipo de iniciativas, porque en paralelo también la demanda está cambiando, está cada vez más informada. Algunos desearíamos que todo fuera más rápido, pero es verdad que hay cada vez más información, más concienciación, una demanda de productos y servicios que tienen más sentido con dónde están las personas, las comunidades, los vecinos y todos. Entonces, yo creo que sí que ha avanzado mucho.
Creo que hay mucho potencial. Hay que ayudar a conectarlos y realmente a darle todo el potencial a ese talento y esa capacidad de innovación que está ahí y desafortunadamente no la hemos impulsado como país suficientemente. Hasta hoy, una vez más, hoy es la oportunidad que tenemos uno: por necesidad, porque tenemos que cambiar la manera de no tenemos otra opción o gestionamos la urgencia social a la vez que las demás urgencias, o va a ser imposible seguir viviendo bajo el mismo modelo que tenemos hoy. Y dos, porque viene la oportunidad también, porque llegan fondos, porque hay posibilidades, porque hay gente que sabe, porque nunca ha habido tantas metodologías desarrolladas, no están generalizadas, pero están ahí. Hay mucho conocimiento, mucho talento y mucha gente. Afortunadamente dentro de ese ecosistema dispuesta a darlo en abierto, a estar ahí a pie de cañón, esa actitud que existe en esos ecosistemas es también una gran fortaleza para construir el futuro juntos.
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