Consultoría, Sostenibilidad e impacto
06.Sep.2022
Comportamientos sostenibles: cerrando la brecha entre la intención y la acción
Este verano hemos sido testigos y víctimas directos de las crecientes consecuencias e implicaciones del Cambio Climático. Ha representado una toma de consciencia, una llamada de atención, que se ha colado en nuestras vidas transformando nuestro día a día.
La crisis climática representa la mayor amenaza global para el conjunto de la especie humana. Sus implicaciones y derivaciones en todos los ámbitos de nuestra actividad (energía, movilidad, alimentación, migraciones, hábitat...) pueden destruir el Estado del Bienestar construido a lo largo del último siglo, como realidad para algunos países, y como modelo a alcanzar por el resto.
Ya hay respuestas institucionales por parte de Naciones Unidas con la Década de la Acción y la Agenda 2030, la Unión Europea con el Green New Deal, y otros actores e instituciones internacionales proponiendo planes, programas y líneas de acción. Y en el ámbito de la economía y los negocios, desde la cumbre de Davos hasta las declaraciones de CEOs y grandes corporaciones, se despliega con fuerza el marco ESG y sus derivadas en los ámbitos de reporting, inversión, cambios en los modelos de negocio, cadena de valor y proveedores, en los procesos producción y en el impulso de la economía circular. El discurso de la Sostenibilidad ya ha ganado su presencia en las mesas en los ámbitos político y empresarial. El discurso, a pesar de resistencias trasnochadas, está ya conquistado... pero es un discurso oficial, tecnocrático, que avanza con una lentitud incomprensible.
El discurso de la sostenibilidad ya ha ganado su presencia en las mesas en los ámbitos político y empresarial... pero es un discurso oficial, tecnocrático, que avanza con una lentitud incomprensible.
Y lo cierto es que no estamos asistiendo a un cambio radical de comportamientos, a una confluencia de esfuerzos individuales y colectivos, a un compromiso compartido… salvo en un colectivo, es cierto que creciente, de pioneros convencidos.
Nuestra sociedad ha respondido repetidamente ante crisis humanitarias de manera mayoritaria y solidaria, activando cambios de comportamientos colectivos como en el reciente caso de la pandemia del Covid. O con masivos comportamientos de donación, de ayuda o de movilización en el caso de crisis humanitarias. Pero ante esta emergencia, la activación ni es generalizada ni se concreta en movimientos que realmente impliquen cambios significativos en el corto plazo. Parece que las innumerables películas de desastres que amenazan la desaparición del planeta o de la raza humana nos han insensibilizado, contemplando el cambio anunciado como una lejana ficción o con una callada aceptación progresiva y silenciosa.
La brecha entre la intención y la acción, entre el discurso y los hechos sigue siendo una gran sima que no se cierra a la velocidad necesaria. Necesitamos entender los mecanismos y procesos que actúan en esa brecha para poder diseñar políticas y acciones que sean efectivas a la hora de impulsar comportamientos en la ciudadanía y en las empresas que contribuyan a mitigar los efectos del cambio climático y a diseñar los procesos económicos y productivos del futuro.
INDICE
¿Cómo generar cambios reales en nuestros comportamientos?
Nuestros comportamientos son resultado de una compleja ecuación que empieza a fraguarse bajo el marco de nuestros valores y nuestra cosmovisión, nuestro conocimiento e información, y la configuración de nuestras creencias. Pero entre nuestras creencias y nuestro comportamiento real actúan una compleja interacción de procesos: atención, motivación, emoción, percepción, control social, condicionantes del contexto, y nuestras propias capacidades… Este complejo proceso representa el ámbito de las Ciencias del Comportamiento.
En las últimas décadas, las Ciencias del Comportamiento han experimentado un importante auge tanto en su vertiente científica como en su aplicación práctica, trascendiendo del ámbito académico de la psicología hacia disciplinas como la economía o la ecología. Diferentes premios Nobel de economía, empezando por Herbert Simon en 1978, y posteriormente con Daniel Kahneman (2002) y Richard Thaler (2017) han protagonizado el surgimiento del ámbito de la Economía del Comportamiento, junto con otros muchos investigadores y profesionales. E igualmente otros muchos premiados (Tobin 1981, Becker 1992, Sen 98, Stiglitz 2001, Ostrom 2009) por señalar los más conocidos y relevantes, vienen desde hace décadas poniendo en revisión las bases de los modelos económicos que fundamentaron el capitalismo de la segunda mitad del siglo XX y señalando, desde diferentes propuestas, la necesidad de integrar el impacto social y medioambiental, y poner en el centro a las personas en los nuevos modelos emergentes.
En el ámbito práctico, desde las Ciencias del Comportamiento, se han creado unidades operativas basadas en esta disciplina en diferentes gobiernos, empezando por el de UK (Behavioural Insights Team, 2010), o en la propia estructura de Naciones Unidas (UN Behavioural Science Group) y en el mundo empresarial algunas corporaciones han desarrollado unidades transversales que aplican esta disciplina con objetivos de negocio.
Necesitamos una respuesta generalizada, masiva, alineada de la ciudadanía, las instituciones, el mundo empresarial y el tercer sector, que se convierta en acciones concretas y en cambios reales de comportamientos
La aplicación de esta ciencia emergente, híbrida entre la economía y la psicología, se ha venido extendiendo en estos años fundamentalmente en el ámbito económico. Pero ya en los últimos años, su aplicación en el ámbito de la sostenibilidad empieza a cosechar éxitos notables. Si queremos acelerar el proceso de transición hacia modelos económicos más sostenibles debemos poner el foco en los mecanismos que permitan facilitar cambios de hábitos en el consumo, cambios de comportamiento en nuestras relaciones y en nuestros modos de producción y gestión de residuos, en nuestros patrones de trabajo. En este proceso de reducción de la brecha entre la intención y la acción, necesitamos aplicar además de voluntad política, comunicación y sensibilización, toda la ciencia basada en la evidencia que permita generar estos cambios.
Parece un momento adecuado para impulsar la investigación y la acción sobre el ámbito de los Comportamientos Sostenibles. Es el momento para aunar esfuerzos y compartir recursos y experiencias, investigación y práctica en todos los ámbitos (administración, empresa, academia, tercer sector y ciudadanía) para entender mejor la brecha del cambio comportamental en el ámbito de la sostenibilidad y poder conseguir ese cambio masivo y tractor que requiere el cambio climático.
La economía de impacto viene proponiendo modelos alternativos de empresa y de modelos de negocio desde hace un par de décadas. La “onda expansiva” crece con rapidez… aunque no con la suficiente velocidad. Y lo que es más importante: necesitamos una respuesta generalizada, masiva, alineada, de la ciudadanía, las instituciones, el mundo empresarial y el tercer sector, que se convierta en acciones concretas y en cambios reales de comportamientos. La innovación, el emprendimiento y la colaboración son elementos clave para dar respuestas a los retos del cambio climático. Es el momento de incorporar las Ciencias del Comportamiento a las herramientas para construir alternativas de futuro.
¡Es el momento de la acción! Y no es un slogan...
A algunos de nosotros nos quedan, con suerte, unas pocas décadas, pero a nuestros hijos y nietos toda una vida.
Si quieres profundizar en este tema, conoce las claves del estudio “Comportamientos sostenibles. De la intención a la acción”, desarrollado por Imop Insights, con la colaboración de Impact Hub Madrid.
Es de mucha ayuda, nos da una vision integral, transversal de la importancia de la sostenibilidad. Incluye no solo a las organizaciones privadas o públicas, inclute a la persona como individuo generador del cambio. Cambio y conciencia de nuevos sistemas de producción, compra, actitud.